Nunca iré a La Meca

Quim Monzó escribe hoy este artículo en La Vanguardia:

Finalmente han cedido, los propietarios de la discoteca La Meca, de Águilas (Murcia). Cosa lógica, porque nadie es tan heroico ni tan estúpido como para arriesgarse a morir por esa futesa. Por eso, tras hablar con representantes de la Unión de Comunidades Islámicas, han decidido cambiarle el nombre. A partir de ahora se llamará La Isla, retirarán dos arcos que hay en la entrada, una media luna de la cúpula y una especie de minarete. La decisión se toma después de que un senegalés rechazase una oferta de trabajo en la discoteca porque, según él, el nombre ofendía sus sentimientos religiosos y, acto seguido, la noticia corriese entre los islamistas. Al cabo de nada, la web de la discoteca fue hackeada y los yihadistas llamaron a la lucha contra los intereses españoles en general y los de la discoteca en particular. Los ulemas de Marruecos echaron más leña a la hoguera. Al Arabiya dijo que el nombre del local constituía una ofensa. Iran Radio Islam concluyó que era un insulto a La Meca.

Deslumbrante. A pocos kilómetros de Águilas, en Mazarrón, hay (o al menos hubo) una discoteca llamada El Vaticano y nadie protestó nunca. En Barcelona, Carles Flavià, tras su fructífera experiencia como sacerdote católico, abrió una disco en la calle Borrell y le puso Baticano. Y tan felices todos. En A Coruña hay un bar llamado Santa Sede, decorado con cruces y motivos cristianos. Y en ninguno de esos casos ha pasado nada. Además, comparar a La Meca con el Vaticano no es apropiado, porque La Meca es una ciudad de más de 1.700.000 personas, que representan un mundo más complejo que la estricta Kaaba. La equivalencia católica de La Meca sería, pues, Roma. Entonces, es como si no se pudiese poner el nombre de Roma a ningún local público –Il Caffè di Roma, por ejemplo– porque Roma es ciudad santa para los católicos y estos se ofenderían. Pero es que, además, hay otra diferencia más importante: cualquier ciudadano del mundo –sea de la religión que sea, o no profese ninguna– puede entrar en Roma y en el Vaticano y pasearse por donde quiera. En cambio, en la ciudad de La Meca no entras si no eres musulmán. Tal cual. Si eres cristiano, budista, ateo, hinduista, pastafarista o cualquier otra cosa que no ponga a su Alá por encima de todo, te prohíben entrar. Son despampanantes: les ofende que a un establecimiento le pongan el nombre de esa ciudad y en cambio ni les ofende ni les preocupa lo más mínimo que precisamente esa ciudad practique la segregación religiosa más radical del mundo, tanto que no permite la entrada a nadie que no sea mahometano. Manda huevos.

Y que no nos pase nada el día que se enteren de la expresión "andar de la Ceca a la Meca", y de su equivalente catalán: "Córrer la Ceca i la Meca, passant per les valls d'Andorra". Yo, si fuese el Gobierno andorrano, empezaría ya a tomar precauciones.

http://www.lavanguardia.es/lv24h/20100921/54009663328.html

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