HAIDAR: "EL JUEZ ME HA EMPUJADO A RENUNCIAR A TODA AYUDA MÉDICA"

Fuente: VMPress - Chema Gil (9/12/2009)
La Sra. Haidar, en huelga de hambre más de veinte días, recibió la visita de una comisión judicial, integrada también por una médica forense. La Sra. Haidar no está en la calle, ni en su domicilio, está en un área pública española desarrollando una huelga de hambre que –según quienes le acompañan- está llevándole a una grave situación de deterioro físico.
El juez y el forense actúan porque en nuestro Estado de Derecho rige un ordenamiento que, a priori, tiene la vida como un valor superior, junto con la libertad. Actuar en defensa de la vida y la salud no es una agresión; tan es así que el Código Penal, por ejemplo, protegería por la vía del artículo 20 (justificación, eximentes de responsabilidad criminal), a cualquier persona que hiriera a otra a la que sorprendiera intentando quitarse la vida y podría castigar a quien ayude al suicidio.

¿Alguien puede ver con malos ojos la visita de un juez y un forense en estas condiciones?Pues bien, la Sra. Haidar y sus acólitos han puesto el grito en el cielo. No sólo eso, sino que tratan de cargar sobre las espaldas del juez, una nueva vuelta de rosca a la situación. La propia Sra. Haidar dice que “el juez me ha llevado a tomar la decisión de rechazar cualquier ayuda médica”; dice más que se sintió “aterrorizada”.

La Sra. Haidar pasó por las cárceles marroquíes, ni más ni menos que cuatro años, sufrió torturas que incluso debieron ser indemizadas algo que repugna a cualquier conciencia rectamente formada. ¿Y dice que en España, un juez y una forense, la aterrorizaron?.

Admiro a toda persona que es capaz de comprometerse con unos ideales o con unos objetivos como lo hace Haidar; lo que no admiro tanto es la manipulación.

La ronda de negociaciones a punto de empezar entre Marruecos y el Frente Polisario bajo el auspicio de Naciones Unidas tenían que verse alteradas y el asunto de Emitu Haidar viene que ni al pelo. El propio informe de Ban Ki Moon (secretario general de la ONU) que llegó a hacerse público y luego fue retirado por las presiones del Polisario, ponía de manifiesto que el Sahara Occidental debía olvidarse de momento de cualquier referéndum de autodeterminación y aceptar el plan de autonomía propuesto por el Reino de Marruecos. Insisto, aun a riesgo de que me califiquen de promarroquí cuando en realidad lo único que hago es un análisis, que ese plan de autonomía, es una oportunidad para todos, para los propios saharauis, para la estabilidad de la zona, y para la seguridad de Europa.

Pero el Polisario no acepta esas condiciones y no lo ha hecho, en buena medida, por la fuerte división interna, tanto de lo que es su estructura –no renovada- y por la fuerte división entre los saharauis, muchos de los cuales, en los últimos años, se han incorporado a la vida normalizada de cualquier marroquí.

En determinados servicios del Estado Español se tiene como cierta y casi inminente la vuelta a las hostilidades armadas entre el Frente Polisario y Marruecos, de no producirse alguna actuación internacional eficaz.

Mensajes lanzados desde España, por amigos del Polisario e incluso por personas vinculadas a colectivos de apoyo y por saharuis, animan a engrasar las armas del Polisario, buscar quien les entrene en la guerra de guerrillas (en esa zona sólo podrían ser entrenados por mercenarios o elementos cercanos a Al Qaeda en el Magreb Islámico, cito fuentes de especialistas que operan sobre el terreno) y reanudar la guerra de antaño, pero esta vez sin seguir las técnicas de ejército regular.

¿Y eso que tiene que ver con España?

Pues nos encontramos con un Marruecos que crece económicamente, que ha sufrido transformaciones sociales de calado, pero que tiene que arrastrar lastres antiguos, que supera mediante la dinamización social, cultural y económica. Las mujeres están alcanzando un protagonismo inimaginable hace apenas unos años.

Frente a esto, Marruecos ha de enfrentarse a movimientos islamistas radicales como Justicia y Espiritualidad cuyo objetivo fundamental es la desestabilización de Marruecos y su conversión en una república islámica de corte iraní. No reniega, el propio movimiento del jeque Yassine, a que los flecos más violentos de sus múltiples organizaciones se alíen con cualquiera para desestabilizar el régimen marroquí. Su movimiento aterriza en España y se ‘disfraza’ en múltiples organizaciones a las que el Estado Español apenas somete a control e incluso financia, permitiéndoles hacer un proselitismo muy peligroso. España no extradita a presuntos terroristas -que están en prisión en España- supuestamente vinculados a atentados en Marruecos.

El PSOE, en un comportamiento absolutamente imprudente, se alía en Melilla con un partido islamizado, en donde se dan cita alguno de los más ilustres –por llamarles de alguna forma- radicales y nada hace por evitar que un movimiento como la Vanguardia Islámica Siria, vinculada a los Hermanos Musulmanes, de forma subrepticia vaya colándose poco a poco a través de una federación islámica como UCIDE, que preside el sirio Riay Tatary, quien parece no querer molestar a nadie y con posiciones, por ejemplo en asuntos internos de Melilla que se oponen a las acciones del gobierno elegido por los melillenses (PP).

Marruecos, en relación con el asunto de Haidar ha adoptado una posición de fuerza que no parece que vaya a suavizar por el momento. Sólo una decisión de Mohamed VI podría hacer que las aguas volvieran a su cauce. España no tiene más margen de maniobra y, pese a lo que algunos quisieran, la situación es extremadamente delicada.

La política exterior española, en este, como en otros asuntos, adolece de firmeza. Mientras que los políticos españoles, tanto del PP como del PSOE, con la boca chica, ven en el plan de autonomía propuesto por el Reino de Marruecos una oportunidad para la normalización de la zona, ninguno lo dice abiertamente por la acomplejada losa del papel que hizo España en los años setenta; pero es evidente, no podemos tener una visión de la zona con esa perspectiva. La deuda moral que España sienta que tiene con los Saharauis sólo se podrá saldar si con nuestra intervención, dentro del concierto internacional, logramos evitar un nuevo conflicto.

Marruecos, por su parte, ha de hacer un esfuerzo aun mayor en dar a conocer en qué consiste ese Plan de Autonomía y el primer paso orientado a tal fin, debería consistir en que Haidar vuelva al Aaiun. Una acción diplomática por parte Marruecos en este sentido, vinculada a la difusión del plan de autonomía, si se hacen las cosas bien, es una oportunidad de oro pues, ahora mismo, lo peor del Frente Polisario se frota las manos, pues todos los actores de esta película están ‘actuando’ conforme a sus intereses.

¿Promarroquí, antipolisario?, no soy ni una cosa ni la otra, pero basta rastrear información a ciertos niveles para comprobar el potencial riesgo de un conflicto en el que sólo los imbéciles pueden creer que no nos jugamos nada. Item más, si el apoyo del Polisario es por gente como Hugo Chavez, el mismo que se dedica a cerrar medios de comunicación y a perseguir a sus opositores, tienen todos los puntos como para que el Polisario hoy sea observado con desconfianza.

Marruecos ha de actuar, está claro y queda dicho, pero España debe dejar de dar "patadas en las espinillas" a un Estado con el que decimos tener relaciones sólidas, pero esa solidez se desvanece como azucarillo en un vaso de agua, en una situación como la de estos días.

Nuestra política exterior es mantequilla, aparenta ser un bloque recio, pero se deshace en cuanto se calienta lo más mínimo.

Lanzo algunas preguntas para que reflexionemos:

¿Qué tiene que decir España de movimientos como Justicia y Espiritualidad o el Tabligh instalados y financiados en España y que están a la base de acciones desestabilizadoras en Marruecos?

¿Qué tiene que decir España respecto del Plan de Autonomía del Sahara?

O alejémonos del tema marroquí:
¿Qué ha dicho o hecho España después de que varios guardias civiles sean arrestados por la Policía de Gibraltar?

Futilidad, falta de firmeza, incapacidad de interactuación eficaz ante situaciones de conflicto por diferentes departamentos del Estado, escasa capacidad para exigir de otros países lealtad ante situaciones como esta, ni siquiera de la Unión Europea.

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