EL SAHARA, TREINTA AÑOS DESPUÉS, MENOS INGENUIDAD, MÁS REALISMO

Fuente: VMPress-Chema Gil (2/12/2009)

La lamentable situación de Aminatou Haidar, ha llegado a una situación que es rocambolesca. Llega al aeropuerto de Lanzarote y se queda en la terminal puesto que carecía de pasaporte. Por lo visto, por un supuesto incumplimiento de la legislación marroquí, se le retira el pasaporte y voló a España. Ella quiere que se le devuelva el pasaporte ‘sustraído’ (según sus propias declaraciones) y, después de quince días de huelga de hambre, la diplomacia española ha puesto a su disposición, tras negociar con Marruecos, que vuelva a tener su pasaporte –el que dice que le sustrajeron-, si quiere la nacionalidad española, se le dará la nacionalidad española y si quiere asilo político, pues asilo político.
Pues bien, Aminatou Haidar, no quiere ni una cosa, ni la otra, ni la tercera; hay quien se dedica a aplaudirle, y en principio me parece muy bien que cada cual exprese los apoyos políticos y sociales que estime convenientes, pero los que aplauden ¿qué quieren?, porque no han propuesto una alternativa realizable, la protagonista tampoco. Por otra parte, no alcanzo a adivinar qué alternativa puede ser posible.

Aminatou Haidar, defensora de derechos humanos puede tener todo nuestro reconocimiento y respeto, nuestra admiración, pero ¿pretende solucionar la cuestión del Sahara así?, pues seamos realistas…va a ser que no, que la solución a la cuestión del Sahara no va a pasar por esta protesta.

Someter a la Diplomacia de dos estados a una situación imposible, no evitará que la cuestión sahariana discurra por los caminos que empiezan a vislumbrarse y que, en principio, desde mi humilde punto de vista serán los que establezca Marruecos con la intervención de Estados Unidos, España, Francia y las propias Naciones Unidas.

Después de treinta años del conflicto hispano-marroquí el conocimiento general que la sociedad española tiene sobre el área del Sahara prácticamente está limitada a lo que se conoce de las actividades de los amigos del Pueblo Saharaoui; a las loables actividades que diferentes ONGs y grupos de artistas realizan para la promoción de la calidad de vida y la cultura, especialmente en la zona de los campamentos…¿pero la cuestión del Sahara, hoy, podemos verla desde la perspectiva de lo ocurrido hace treinta años? Lamentablemente no.

Mediadores internacionales, y hasta enviados de Naciones Unidas están haciendo un llamamiento a observar la realidad-real sobre la cuestión del Sahara Occidental, máxime después de la disposición del Reino de Marruecos por el establecimiento de un estatuto de autonomía de la región – homologable a los modelos españoles-.

Despreciar –desde posiciones obsoletas y alejadas de la realidad actual- una iniciativa así aboca a una extensión temporal de un conflicto en el que ni tan siquiera el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas estaría dispuesto a intervenir. La reconciliación de posturas pasa por el plan de autonomía, ya lo han dicho incluso hasta fundadores del propio Frente Polisario.

Geoestratégicamente es de un desconocimiento irresponsable seguir manteniendo posturas cerradas entorno a este conflicto que, desde luego, no pasa por acciones individuales como la que está ejecutando Haidar en el aeropuerto de Lanzarote, pues creando esas situaciones de tensión, no se moverán posturas; es más se enconarán.

El Sahara –olvidemos por un momento limites geográficos que en la realidad existen más en el imaginario que sobre el terreno- es una zona especialmente conflictiva y potencialmente peligrosa, para los países de la zona y para Europa.

No podemos abocar a una zona como el Sahara Occidental a convertirse en un estado fallido en caso de producirse una autodeterminación que abriría las puertas de una región. Difícilmente controlable. Sólo el Plan de Autonomía aporta seguridad en cuanto al desarrollo económico y social de sus habitantes; a un nivel de autogobierno y a la seguridad de que la zona no se convierta en poco tiempo en un estado fallido, en una zona tan absolutamente sensible para países como Argelia, Marruecos y España.


No se trata de alarmar, seamos realistas

Amplias áreas del Sáhara y el Sahel son el territorio operativo de grupos islamistas armados como el desesperado y empobrecido Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI); desesperado, empobrecido sí, y potencialmente más peligroso. El lector se preguntará qué tiene que ver el conflicto del Sahara con todo esto; les invito a que acudan a Internet y observen los movimientos y acciones a lo largo y ancho del Sahel de ciertos grupos islamistas inspirados por Al Qaeda. Es el Sahara, todo el Sahara, lo que emplearán para establecer su ‘batalla’ para someter la zona (el Magreb) con la ilusoria y descerebrada idea de recuperar ‘Al Andalus’.

Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) es un grupo que pese a sus dificultades econónicas no ha dudado en desplegar una extraordinaria violencia en sus atentados. Pese al despliegue de operativos militares de élite, con unidades especializadas norteamericanas, éstas apenas logran controlar algunos movimientos; ni evitar que muchos hayan abandonado AQMI, sin ser detenidos; pero tampoco han evitado que se hayan sumado a la franquicia terrorista procedentes de Argelia, Libia o Marruecos.

De este último país han dado el salto a la Yihad más violenta radicales islamistas procedentes de movimientos como el Tabligh y Justicia y Espiritualidad, así como de variantes radicalizadas de este movimiento liderado por el viejo Abdessalam Yassine, aparentemente enfrentados con Yassine, pero siguiendo consignas internos del movimiento radical; elementos, éstos, cuya ideología, de fondo, está atravesada por una etiología común la de los Hermanos Musulmanes, presente de forma más o menos disfrazada en comunidades islámicas en España, muchas de ellas vinculadas a la UCIDE que preside el sirio Riay Tatary, que en los últimos tiempos está realizando extrañas maniobras con los más radicales islamistas españoles que han intentado hacerse con la Federación de Entidades Religiosas Islámicas (FEERI), que intentaron hacerse con el poder de la institución sin respetar las normas.

Recientemente tuve una conversación con Javier Jordán (además de Doctor y profesor del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de Granada es experto en Servicios de Inteligencia y Criminalidad y Seguridad Pública, ponente en el CNI, Policía Nacional, Guardia Civil y de las tres academias militares, etc…), en su exposición sobre los procesos que han debilitado a Al Qaeda en el Magreb Islámico, “hacen temer –decía- una revitalización del grupo”, es decir, su posible relanzamiento y no podemos perder de vista la violencia y las técnicas de este grupo.

Se trata de de una organización terrorista que utiliza, entre sus imagotipos, incluso, algunos que citan el término Al Andalus de una forma que no deja lugar a dudas sobre sus intenciones amenazadoras contra nuestro país.

Tenemos secuestrados desde hace menos de 48 horas a unos cooperantes españoles, y aunque nada puede avanzarse con datos objetivos sobre la autoría, no hay ningún elemento, en el momento de redactar este artículo, que nos haga pensar que no se trate de la acción de una célula de esta organización que se haya desplazado hasta una ruta de las consideradas seguras. ¿Limites en el Sahara?, dejémonos de ingenuidades, de verdad, y analicemos la cuestión con la mirada puesta en los riesgos.

Respecto del secuestro hay detalles que pueden despistar a cualquier analista, como es el hecho de que en los últimos vídeos de atentados extremadamente violentos de Al Qaeda en el Magreb Islámico se haya visto como los autores robaban hasta el dinero de los muertos y, en cambio, en el coche de nuestros cooperantes, cuando fue descubierto, estaba el dinero que portaban las víctimas. Recemos porque el secuestro termine con bien cuanto antes.

Ya sé que ahora lo fácil es ubicar esta personal opinión como un apoyo a las tesis Marroquíes; cuando en realidad me estoy haciendo eco de las opiniones manifestadas por los analistas de Naciones Unidas y de otros mediadores que ven en el Plan de Autonomía como el mejor y más serio paso para normalizar el conflicto. No obstante, y como no podría ser de otra manera, acepto la crítica. Aunque me gustaría conocer el pragmatismo y la realidad otras propuestas; siempre que las mismas hablen de realidades y conocimiento de lo que en el Sahara se está cociendo, más allá de los campamentos de Tinduf.

El Sahara, hoy, debe ser visto desde nuevas perspectivas y no debe caerse en ingenuidades. Marruecos es una frontera que entre todos deberíamos convertir en infranqueable para ciertos movimientos cercanos al terrorismo internacional y para ello hace falta dejar atrás un ‘buenismo’ tan plausible como mendaz.

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